Paseando por el campo,
algo bello me sorprendió,
era un campo de amapolas,
rojas con sus ramas verdes
seductoras y sensuales,
de ellas fluía pasión.
Eran tan bellas y eróticas
que las espigas crecieron,
esbeltas y muy doradas,
con su rango varonil
deseaban enamorarlas.
Las amapolas tan bellas
femeninas y delicadas,
sus pétalos ofrecían
coquetonas y orgullosas
a ver que espiga más sutil,
de ellas se enamoraba.
Pero fue la más hermosa
la que sus pétalos abrió,
con el suave de su aroma
a la espiga más hermosa,
sedujo y la conquistó.
La espiga y la amapola
se amaron en aquel verde campo,
con su dorado color,
la espiga se dejó abrazar,
por aquellos rojos y
apasionados pétalos.
Rosario Ayllón.
Poetisa del Amor.
algo bello me sorprendió,
era un campo de amapolas,
rojas con sus ramas verdes
seductoras y sensuales,
de ellas fluía pasión.
Eran tan bellas y eróticas
que las espigas crecieron,
esbeltas y muy doradas,
con su rango varonil
deseaban enamorarlas.
Las amapolas tan bellas
femeninas y delicadas,
sus pétalos ofrecían
coquetonas y orgullosas
a ver que espiga más sutil,
de ellas se enamoraba.
Pero fue la más hermosa
la que sus pétalos abrió,
con el suave de su aroma
a la espiga más hermosa,
sedujo y la conquistó.
La espiga y la amapola
se amaron en aquel verde campo,
con su dorado color,
la espiga se dejó abrazar,
por aquellos rojos y
apasionados pétalos.
Rosario Ayllón.
Poetisa del Amor.
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